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Y no hay crítica social —sólo puyas (muchas) contra blancos personales. De acuerdo con alguno de sus comentaristas, le tocó en suerte una especie de Edad de Oro de la Ciudad de México, “de paz octaviana y de abundancia”, “la opulenta México”. Los tiempos eran mejores a los que corrían cuando se fija por escrito la memoria del poeta —aunque también aquí habrá diferencias de opinión entre sus recopiladores, como veremos adelante. Se dice que como poeta es un espontáneo, un inculto —aunqueesto se desmienta alternativamenteen varias de las narraciones de sus recopiladores. Era de “humilde clase”. Insisto en que, sin dudarlo, el Negrito Poeta es un pobretón, tan pobre como una chinche, y en que viste mal, porqueserá el primer rasgo que veremos de su carácter, pues no es un poeta de la Corte —de aquellos quese ven obligados a quedar bien y ser zalameros por pertenecer al grupo en el poder. Vestir mal es una característica importante en la figura del poeta. No tiene compromisos,es —por lo menos hasta un cierto punto— un marginal. Lo sabemos de cierto, por sus actos, y hay un comentario de uno de susrecopiladores queilustra el asunto: “como era insignificante en aquel tiempo por su baja esfera, era disimulado”. En cambio, sigueel comentarista: “a los grandes talentos los tenía refrenado el siglo”. Cierto que hace versos de ocasión y querecibe pago porellos aunque no necesariamentesean gratos a la vanidad del cliente. A fin de cuentases un trato comercial. Eso no lo amarra, no son sus “mecenas” sino clientes. No es tampoco un poeta vaganti, un poeta viajero deésos que visitan una ciudad y recurren a la zalamería para ganarseel aplauso y el regalo —como sesupo y de sobra desde tiempos de Homero: vemos en la Odisea cómo a Odiseo lo quieren regalar por ser “el delas dulces palabras”. Nien esto como esel griot—el dela “lengua de miel” según etimología popular—, ni como el poeta indoeuropeo. En Los pájaros de Aristófanesel poeta queinterrumpe a Pistétero dice: “Soy el que derrama la canción con las palabras en lengua de miel”. La “lengua de miel” requiere un regalo. Sela dan (una capa esel caso) y ahí acaba la miel. El poeta extranjero debe adular con su canción. Es la estrategia número uno del poeta viajante: hacer un “elogio generalizado de la ciudad”. Nuestro poeta,elNegrito Poeta, no es un extranjero.No es un itinerante —y por lo tanto no necesita hacer versos laudatorios— sino un vernáculo. Es, según su propio calificativo, “mexicano”.Como no va de paso, como no está “afuera”, no se veen el papel del que, para triunfar, arroja elogios a la ciudad. No lo necesita. No necesita probar. Sí es verdad que “no tenía más norte que complacer a todo el mundo siempre que se le pulsaba el resorte dela versificación repentina”, pero no necesita dorar píldoras. Pero cuando se siente amenazado, sabe echar mano dela poesía laudatoria. Cuando topa con un oficial dela Inquisición, quiere “complacer al quetenía las llaves del fuego en la mano”. Y lo consigue, pero no a la manera del zalamero, sino como un socarrón, como buen poeta de la ciudad: Aunque soy de raza Conga, Yo no he nacido africano; Soy de nación mexicano Y nacido en Almolonga. (No sus mejores versos, dicho sea entre paréntesis). Los ejemplos que vienen a continuación nos confirman que no actuaba como un “lengua de miel” sino como un poeta socarrón. A una joven queestá en el jardín dela Alameda, al pie de un árbol tepozán recibiendo los avances de un galán, le dice el Negrito Poeta: Inocente tortolilla, Quítate del Tepozán, Si no quieres verte al fin En garras del gavilán. Cuando le dieron el pie “En medio dela borrasca”, contestó: Y en el piélago profundo, Pues en este mar el mundo, El que no se ahoga se atasca. A un tal Matamoros: ¡Matamoros! Disparate, en mi opinión ni a una pulga puede matar ese orate, y si me oye me excomulga. ¿De qué vives, Aparicio? Tú vistes, comes y bebes y a buen seguro no tienes oficio ni beneficio. A alguien que se atreve a burlarse diciendo “negro, negro”: Calla la boca, embustero, y no te jactes de blanco, saliste del mismo banco y tienes el mismo cuero. Como es un “natural” de estas tierras puede decir a bocajarro las verdades y criticar—y a pesar deesto agenciárselas para sobrevivir de hacer versos. El Negrito Poeta sabe hacerse de algunas ganancias, aunquesea un autor de “sátira poética como del más culto humanista”. (Nótese aquí que el poeta “inculto” es simultáneamente “como el más culto humanista”—encontraremos esta contradicción permanentemente en el personaje. Volveremos a ésta). Se dice de él que “lo escuchaban como al oráculo”. Aunque también se dice que “era el hazmerreír”, el objeto de burla por pobre—y a veces por negro—, cosa no sorprendente si recordamos que es un improvisador, que carece de la dignidad del que “escribe”, de la autoridad del de la pluma, aunque todos se hacen lenguas de su “genio”. Otro de sus rasgos era su gusto por las mujeres. Uno más:era un lépero, un malhablado —en la primera recopilación de sus versos el editor advierte que omitirá las vulgaridades por respeto al público. Otra desus característicasera ser bizco. No era el único quetenía problemas con los ojos. En una cuarteta pide a Santa Lucía los dos ojos quelleva en la bandeja, una para el virrey y el otro para sí mismo, porque a los dos les hacen falta. Su “debilidad” visual, su estrabismo, vale subrayar, es lo que lo hace equiparable al hombre más poderoso: Señora Santa Lucía Por tu singular clemencia, Dame un ojo, Santa mía, Y otro para su Excelencia. El poeta y el virrey quedan equiparados poresta singularidad, a la queJuana de Asbaje hizo referencia (“somos del lugar dondelosrayos delsol llegan bizcos”).¿En esta anormalidad hay una homogeneidad, una “identidad” regional? En el sobrenombre del poeta se subraya su rasgo racial:es negro, “negrito” —el diminutivo mexicano no le resta color, lo remarca. Años después, hasta entrado el siglo XX, sele bautiza como JoséVasconcelos, como si lo quetuviera importancia en su persona fuera su característica racial. Y su oficio, porsupuesto, tal vez más importante que su negritud. Vale preguntar: ¿son sus poemas tan “negros” como él? ¿Hay en sus versos y en su persona de poeta rasgos africanos o transatlánticos? Creo que no corro el riesgo deequivocarme cuando contesto quesus poemas no son “negros”. Sus versos no se parecen a los quesu “contemporánea” Juana de Asbaje facturó imitando el habla de los afromexicanos. En sus “Villancicos”: Cantemos, pilico, que se va la Reina, y dalemu turo una noche buena Iguale yolale, Flacico, de pena que nos deja ascula a turo las Negla. No sólo a un nivel léxico—digámosle de primera generación, de recién llegados—, también sonoro: ¡Ah, ah, ah que la Reina se nos va! Es evidente, en los poemas negros de Juana de Asbaje, el estilo voluntariamente teñido de “negro”. Más importantes todavía son la sonoridad y el ritmo que la poeta imprime en sus villancicos —uno escucha los tambores, repica la “negritud”—, y el hecho de queella pronuncie una “nueva” retórica que no desconoce a los clásicos europeos —“con Demóstenes mira y Cicerones”—, que se nutre —en forma y en fondo— de elementos autóctonos y africanos. Juana de Asbaje los escuchó —no en balde tuvo esclavas negras a su lado, lo más probablees que a lo largo desu vida, aunquesólo sepamos con certeza que entró al convento acompañada de una, desumisma edad, desumismo nombre,Juana, y queen su relación de bienesen el convento llegó a tener cuatro.Juana de Asbaje asimiló sus versos con los negros que la escudaban. Juana de Asbaje inventó de su mano —también con la de los indios naturales— una nueva retórica, una retóricamexicana queincluía su ingrediente africano como una parte clave de su personalidad. Los poemas del Negrito Poeta, en cambio, responden a la métrica y ritmo del poema hispano, y a la retórica,el sentido y la forma del indoeuropeo. Seis delos poemas atribuidos al poeta negro son en realidad deQuevedo, y otros dos a poetas chilenos —Mujica y López. (Yo sólo encontré uno idéntico a uno deQuevedo, los demás son variaciones, transformados ya en poemas populares, en la memoria de todos). Aunque el número fuera inferior a seis, una insignificante cantidad en las ciento ochenta y un cuartetas o poemasen otras formas tradicionales,éstos no disparan del cuerpo desu “obra”. El poeta negro de nuestra memoria lleva en la boca palabras en español —salpicadas con muy pocas nahuas— y una afiliación cultural notablemente hispana: Yo soy el negrito poeta aunque sin ningún estudio; si no tuviera esta jeta fuera otro padre Zamudio. Aunque practicara la improvisación, eso no lo hace necesariamente heredero de los griots africanos, el arte de la improvisación también se extendía por Europa. Volveremos a esto. Que no se afilie a la tradición africana —ni transatlántica— puede ser visto en otros aspectos de su obra. El poema, la anécdota y la música están separados, cosa que no ocurreen poemas africanos recopilados. Esta separación de géneros (el narrativo,el musical,el poema) lo afilia con otro tipo detradición,en la quela imprenta tiene un papel protagónico. Hay una voluntad derepetición. Los versos de Quevedo no cambian de tono ni de intención en la voz del Negrito Poeta. Hay una sumisión (si se le puede decir así) a la que no parece afecto el griot,el yalis,el bardo africano. Para remarcarla voy a citar algunos pasajes contrastantes de un poema épico,el Sunyata, asíme arriesgue haciendo el cambio de género. En la versión de Banna Kanute del Sunaja dice: