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Les presento a los Templarios del Atlas – 2039 la guerra de las maquinas pensantes - Soy la autora Elli Valentin Patricia - Esta novela es una trilogía de fantasía histórica de buena escucha. LA CASA ESTELAR DEL ATLAS Al principio, no había nada más que un océano interminable de caos primordial. La luz de un sol lejano fue absorbida por las aguas cósmicas. A medida que se calentaban, comenzaron a vaporizarse. Una espesa niebla se levantó del agua. Se condensó en el cielo para formar un Ser etérico. Este Ser, abrumado por la conciencia de su propia belleza, estaba lleno de alegría. Otros siguieron su ejemplo. Sus formas brillantes irrumpieron en la niebla para formar el firmamento. Seres radiantes miraban a su creación con admiración. Le dieron vida, llamándolo "Atlas". A su debido tiempo, Atlas se convertiría en un verdadero paraíso. En las aguas del Atlas vivían muchos seres, que eran el reflejo de los ángeles. Estos seres no eran ni masculinos ni femeninos. Estaban imbuidos de gran sabiduría y conocimiento de sus antepasados divinos. Crecieron en gracia y esplendor en estos tiempos antiguos, pero había uno, entre ellos, que ansiaba poder. En lugar de sabiduría, deseaba la dominación. Nadie sabe cómo se formaron los cuadrantes estelares que llaman constelaciones. Las naciones que los habitaron con vastos conocimientos y habilidades, habían existido durante miles de años, antes de que llegaran los signos del conflicto. El cuadrante estelar de Atlas, era un lugar muy apacible, que otras naciones admiraban y deseaban vivir. Sin embargo, a medida que Atlas continuó haciéndose más y más fuerte, se convirtió en un objetivo obvio para cualquier nación estelar que aspirara al poder por sí misma. Esta es la epopeya de la Casa Estelar de Atlas, una gran civilización, destruida por la guerra en el cielo contra los Leviatanes de Orión. Y aquí, comienza nuestra historia. Soy el narrador, busco entre dos dimensiones, el camino de regreso. Tengo que encontrar el cristal azul, que puede llevarme de regreso. Si lo encuentro, puedo volver al lugar de donde vengo, ¡o al que quiero ir! Reflexioné sobre cómo el infinito no es más que una palabra. Un concepto inventado para explorar el absurdo de nuestra vida y muerte. Mientras tanto, este es el cielo que tengo que mirar. Un muro oscuro donde las siete estrellas de la Osa Mayor, antaño llamada Garra del Dragón, o la Casa Estelar de Atlas, la raza de los poderosos atlantes, se iluminan con una luz tenue. El cielo de la Atlántida significaba mucho entonces. Pero algo, puso el dial al revés. Ahora, es una oscuridad que nos divide y nunca deja de recordarnos nuestros errores. En ese tiempo miserable se dividió el holograma del cosmos. Las estrellas, que se convirtieron en sangre y polvo, cayeron como arena en el árido. El horizonte de eventos, falto de energía, es un abismo aullador de desesperación. Creamos lo que no se podía pensar: la muerte. Miro hacia arriba. Veo una masa de oscuridad en la que brillan luces que resplandecen en la noche. No son estrellas y no hay ninguna galaxia esperando para darme respuestas, solo un eco, en una sala de espejos, uno tras otro. El abismo siempre está esperando, listo para recordarme lo lejos que hemos llegado y lo mucho que hemos perdido. La luz se disolvió en un humo oscuro. Bestias feroces, nacidas del útero asesino de materia aullante, deambulan por todos los mundos, hambrientas de vida. Es una larga historia, la que ha llevado a estas personas a nacer y morir con miedo, en un espacio atemporal, devorado por la oscuridad y lo desconocido.